"La sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado"

(1Juan 1,7)

¿Sabías que la glicerina quita las manchas de tinta de bolígrafo? El agua hirviente puede quitar las manchas de frutas como frutillas y moras. Los padres de niños pequeños deberían tener a mano una botella de vinagre para deshacerse de las marcas de crayones. El cloro trabaja bien sobre el moho. El jugo de limón hace pequeños milagros en las manchas de óxido.

Lo que no se encuentra entre los consejos es como lidiar con la mancha más grave de todas: la mancha que deja en tu vida el pecado, aquellas manchas feas y profundas hechas por palabras hostiles y acciones vergonzosas. Las lágrimas no las tocan. El celo no las puede borrar.

La Biblia nos dice exactamente lo que necesitamos: "La sangre de Jesús su Hijo nos limpia de todo pecado" (1Juan 1,7) Ese es el único remedio que suerte efecto.

Los chicos y las mamás son especialistas en manchas ¿verdad? Los chicos, en producirlas; las mamás, en quitarlas de manteles, delantales y ropa en general. Y si no pueden sacarla, mandan la ropa a la tintorería. Sin embargo hay una mancha que ni la mejor tintorería de todo el mundo puede quitar. Es la mancha del pecado en las vidas de las personas. Puede ser que hayas oído muchas veces acerca de este tema. Pero...¡presta atención ahora! No se trata de todo lo que sabes acerca del pecado, sino de lo que haces con tus pecados. Puedes decir que no tienes ninguno. Entonces, te diría que acabas de cometer el primero, pues decir eso...¡es mentira! Puedes decir que todos pecan... Pero eso no te quita tu propia responsabilidad delante de Dios.

O pues darte cuenta que el pecado en tu vida es un tema que tienes que arreglarlo lo más pronto posible. Y para eso hay que tener en cuenta que, no importa cuántas manchas haya, ni lo grandes que sean, hay solamente un único quitamanchas. Podemos encubrir el pecado, pero solo la sangre de Jesús puede blanquearlo.